Hoy tuve otra de esas epifanías idiotas que siempre me asaltan de cuando en cuando: Casi todo el tiempo me la paso ilusionada absurdamente por un tipo. Siempre mantengo la fe que algunos de ellos va a quedarse en vez de dar vueltas alrededor mío y finalmente alejarse completamente. Usualmente me decepcionan y dependiendo de cuánto tiempo haya invertido en ellos me deprimo más o menos un par de semanas, hasta que se me pasa y regreso a ser "la que no quiere ser novia de nadie".
Se me ocurrió entonces qué, si este ciclo se repite con tanta frecuencia, arriesgar se me ha vuelto más sencillo que antes, es decir, ya no me da tanto roche lanzarse el anzuelo a un tipo y no recibir respuesta a cambio.
Arriesgar podría convertirse en una actividad menos estresante para mi si tomara conciencia que, a lo largo de mi historial de interacciones con los hombres, la desilusión que acompaña cada "pérdida" no me dura mucho más de un mes y, como un niño que se tropieza, me levanto, me limpio y sigo adelante.
Si tan solo mi cerebro captara ese mensaje...
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