Hay dos tipos de películas: las que pasan desapercibidas y no nos dejan nada saliendo de la sala de cine, que muchas veces terminamos comentando por que son tan malas que da risa y que después de unos cuantos meses olvidamos completamente hasta que las sacan en formato DVD. Y luego, están las que recordamos una y otra vez, que son tan buenas que por cada vez que las vemos encontramos una cosa nueva, un detalle que no habíamos visto la primera vez, que nos dejan un gusto agradable al salir del cine, de ésas donde cada escena y cada actuación nos deja algo, como si el rollo siguiera dando vueltas en tu cabeza sin poder detenerse.
Ayer entregué la tesis, el trabajo que me tomó 2 años en desarrollar, y con ello estoy a unos días de culminar una etapa inmensa en mi vida, una etapa que marca un antes y un después. Es el fin de una era: la universitaria. Por eso, me tomé el día libre (mas bien, todo este fin de semana, que después de dos años comprenderán necesitaba intensamente) y me dediqué a ordenar mi cuarto que era el caos total, a cocinar y ver películas.
Como estamos hablando de periodos que culminan, y porque hace tiempo tenía ganas de verla de nuevo, me pasé la tarde con 500 días con ella (500 days of Summer), que es una de mis películas favoritas y que me ayudó y sigue ayudando a entender un poco sobre lo que significa madurar.
Para mi nunca fue una película sobre una historia de amor. Mas bien, yo la vi como una película de cambios: donde al personaje le sucede algo que le cambia toda la perspectiva y a partir de ellos construye un nuevo futuro. La primera vez que la vi, me identifiqué con Tom; pero ahora que la veo por segunda vez me siento más como Summer e incluso veo a Tom (o a mi misma, hace tres o cuatro años atrás) como un chico perdido al que tengo ganas de abrazar y decirle "Ya va a pasar".
¿Porque la identificación con Summer? Tiene mucho que ver con el estado en que me encuentro ahora. Soltera, sin compromisos, sin ataduras, viviendo la vida, sin ganas de ser "la novia de alguien". Pero dejando de lado un poco de mi cinismo -y no cualquier película me hace eso- sí quiero encontrar un chico con quien compartir mis cosas. Lo que me ha pasado muchas veces es que apunto al chico equivocado. Pero algún día, no muy lejano, voy a acertarle al blanco correcto.
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