El sábado me enteré de varias cosas:
Que una amiga sale con un alumno suyo.
Que la gente en parejas hace planes para año con otras personas en parejas.
Que estar sola sólo es cierto cuando uno realmente se siente sola.
Que las cosas no siempre son como las imaginamos (esa ya la sabía, pero nunca me la aprendo del todo).
Que siempre desperdicio oportunidades por no estar conectada al msn.
Que uno se puede sentir muy mal, pero todo puede cambiar con sólo escuchar esta canción y cantarla gritando (guitarra de aire incluida).
Y que al final tener amigos me sigue reconfortando, a pesar que esté sin pareja por el momento.
martes, 30 de noviembre de 2010
domingo, 28 de noviembre de 2010
Ser la novia de alguien
De repente sucede que una chica use la etiqueta de "no quiero ser la novia de alguien" porque le da pánico enfrentarse a una situación donde tenga que bajar las defensas y mostrar emociones.
Una cosa más: Es también probable que esa chica sea un robot.
Salir o no salir
Qué es mejor: ¿salir con alguien que no te gusta, o esperar a que ese alguien que sí te gusta se de cuenta de tu existencia?
Mis amigas dirían que está bien salir con alguien para ver cómo es, si de repente con el trato te cae mejor.
Mi mamá diría que no hay que ser tan exigente y darle una oportunidad al que te ha invitado a salir.
Mi papá diría que seguro no me gusta por alguna tontería, como que tiene manos chicas o escupe al hablar.
La lógica y la razón concluirían que el primero es una oportunidad mientras que el segundo es una ilusión.
Ninguna de éstas respuestas me satisface del todo, pero de lo que sí he podido percatarme últimamente es que esperar a que alguien que sí te gusta se de cuenta de tu existencia es la cosa más absurda que alguien puede hacer alguna vez. No interesa que tan buena, interesante o genial te parezca esa persona, llega un momento en toda pseudo relación en la que debes decir: Ok, ya está, hasta aquí llegué, tengo que seguir adelante. Es duro y parece imposible de hacer, pero al final que te agrade alguien siempre es una elección.
Una cosa más: tal vez el hecho de que estés tan empeñada en esperar a ese susodicho sea porque a fin de cuentas eso es más seguro que arriesgarte con alguien.
Just saying...
sábado, 27 de noviembre de 2010
Parejitas
¿Soy la única, o a ustedes también les molesta que hayan parejitas que se toman fotos besándose y las publiquen en facebook?
Ok, ya entendí, tiene una vida sexual increíble. ¡Pero NO necesito saberlo!
Inspiración
Anton Chejov decía que podía hacer cuentos sobre cualquier cosa, probando así que la creatividad no tiene límites. Lamentablemente yo no tengo la creatividad de Chejov, porque me es imposible escribir sobre cualquier cosa. Mi vida es aburrida y monótona, como la vida de cualquiera y me muero porque algo me suceda, cualquier cosa que me haga tomar algún rumbo, embarcarme en algún viaje, conocer gente nueva, hacer cosas nuevas, tomar algo inspirador. Mi vida, como es ahora, no inspira una historia de nada. Siempre que me pongo delante una hoja en blanco, termino hablando del pasado, de lo que me sucedió, de un refrito de hace seis meses atrás, de cosas que hasta a mí, que me pasaron y fueron interesantes en su momento, me aburren. A MI. Entonces, ¿porque le interesarían a alguien que no me conoce?
El punto de frecuentar mucho tiempo a la misma gente hace que la novedad se vuelve una cosa difícil. Y le comienzas a encontrar defectos a las personas con las que andas, como arañazos en la pantalla del celular, que por más que le pasas y le repasas la franela, no se borran nunca.
Mi mamá siempre dice "a la gente hay que quererla para aguantarla", ergo, mis amigos están bien, pero no los quiero tanto como para aguantarlos a pesar de todo. Yo nunca he podido quedarme mucho tiempo en un grupo de gente, y me gusta pensar que es porque he cambiado mucho y mis amigos de hace cinco años atrás ya no podrían ser mis amigos ahora.
Ahora debo estar afrontando otro cambio más, porque los amigos que mantuve durante gran parte de la carrera me resultan atrofiantes. Sí, atrofiantes de ideas, de creatividad, de empeño, de avanzar. Ya no sé de qué hablarles y hablar de lo mismo me cansa. No es su culpa, claro, es una cosa mía, una de tantas "cosas" que tengo, dentro de este paquete que conformo, que no controlo, dentro de mi forma de ser.
Rendirse nunca, retroceder jamás (I)
Mi estado de ánimo oscila entre la felicidad y la tristeza. Felicidad porque ya estoy a punto de terminar la tesis y este encierro auto inducido va a terminar (la única forma de acabar la tesis era acabar con mi vida social), voy a poder irme a un trabajo decente, donde me paguen bien, tenga una vida social libre de responsabilidades (como mi cabeza diciéndome "todavía no has acabado la tesis, ¿entonces que carajo haces juergueandote de jueves a sábado?), una oficina grande con muchas personas, donde eventualmente voy a conocer al amor de mi vida.
OK, eso último sonó terriblemente huachafoso. Pero tendrán que comprender algo primero: yo he llamo "amor de mi vida" a unos cinco hombres en los años que llevo "single and ready to mingle", así que, ya verán que no es tan seria la cosa.
Tristeza porque todavía me falta un peldaño más para acabar, quizá el más grande e importante de todos y el tiempo libre que quería tener este fin de semana no me parece merecido. Es más, me molesta un montón que todo el mundo me venga con la frasesita cojuda de "oye, descansa, relájate, no te estreses flaca", cuando me encuentro en un punto crucial de todo, donde la tesis, mi trabajo de dos años, se puede ir al CA-RA-JO por falta de atención, indisciplina, irresponsabilidad y flojera.
No señor, no voy a dejar que la osciosidad me cague esta vez, o algún gen de mi familia que destinó a mis tíos y tías a la ignorancia universitaria, a no graduarse nunca y terminar casados (as) con gente mediocre.
viernes, 26 de noviembre de 2010
A rose is a rose is a rose
Hay frases o momentos que se te quedan grabadas y que tu cabeza te suelta en cualquier momento, sin que se lo pidas, sin aviso previo. A mi me impactó una frase de una señora llamada Gerturde Stein que dice "Una rosa es una rosa es una rosa" que puede interpretar por "las cosas son lo que son". Esta frase me sorprendió por la simpleza que implicaba en su premisa que le quita toda poesía a las cosas que nos suceden, que le quita toda esa sublimación que hacemos a veces los seres humanos para explicar nuestra forma de ser.
Hasta ahora recuerdo esa frase y de cuando en cuando me la repito, pero en ciertos momentos me da por pensar esa puede ser una forma válida de explicarse la vida, pero también una muy fácil para cerrarse a ella.
500 días con ella
Hay dos tipos de películas: las que pasan desapercibidas y no nos dejan nada saliendo de la sala de cine, que muchas veces terminamos comentando por que son tan malas que da risa y que después de unos cuantos meses olvidamos completamente hasta que las sacan en formato DVD. Y luego, están las que recordamos una y otra vez, que son tan buenas que por cada vez que las vemos encontramos una cosa nueva, un detalle que no habíamos visto la primera vez, que nos dejan un gusto agradable al salir del cine, de ésas donde cada escena y cada actuación nos deja algo, como si el rollo siguiera dando vueltas en tu cabeza sin poder detenerse.
Ayer entregué la tesis, el trabajo que me tomó 2 años en desarrollar, y con ello estoy a unos días de culminar una etapa inmensa en mi vida, una etapa que marca un antes y un después. Es el fin de una era: la universitaria. Por eso, me tomé el día libre (mas bien, todo este fin de semana, que después de dos años comprenderán necesitaba intensamente) y me dediqué a ordenar mi cuarto que era el caos total, a cocinar y ver películas.
Como estamos hablando de periodos que culminan, y porque hace tiempo tenía ganas de verla de nuevo, me pasé la tarde con 500 días con ella (500 days of Summer), que es una de mis películas favoritas y que me ayudó y sigue ayudando a entender un poco sobre lo que significa madurar.
Para mi nunca fue una película sobre una historia de amor. Mas bien, yo la vi como una película de cambios: donde al personaje le sucede algo que le cambia toda la perspectiva y a partir de ellos construye un nuevo futuro. La primera vez que la vi, me identifiqué con Tom; pero ahora que la veo por segunda vez me siento más como Summer e incluso veo a Tom (o a mi misma, hace tres o cuatro años atrás) como un chico perdido al que tengo ganas de abrazar y decirle "Ya va a pasar".
¿Porque la identificación con Summer? Tiene mucho que ver con el estado en que me encuentro ahora. Soltera, sin compromisos, sin ataduras, viviendo la vida, sin ganas de ser "la novia de alguien". Pero dejando de lado un poco de mi cinismo -y no cualquier película me hace eso- sí quiero encontrar un chico con quien compartir mis cosas. Lo que me ha pasado muchas veces es que apunto al chico equivocado. Pero algún día, no muy lejano, voy a acertarle al blanco correcto.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Taxistas, cuchillas y una boca de camionero
Cuando el estrés comienza a tener efecto en mi cuerpo me comienza a doler la espalda, se hacen mas frecuentas la migrañas, y lo peor, se forman unas aftas asquerosas que me salen en la lengua, que siempre me hacen recordar a "El nombre de la rosa", libro convertido en pela con Sean Connery haciendo de cura (si usted querido lector no comprende de qué estoy hablando, déjeme informarle que debe ver más cine). No sólo eso: pareciera que estoy en "mis días" por tiempo indefinido. Desarrollo una personalidad de bitch increíble, granputeando a todo el mundo y peleándome con mas taxistas que de costumbre.
La vez pasada me encontraba en ese cruce infame entre javier prado y nicolás arriola -la "cuchilla" como le dicen los taxistas- y quería, ilusamente, meterme a la auxiliar para entrar a Sodimac. Resulta que un taxista se me comienza a pegar al carro, al punto que pensé que en cualquier momento me lo rayaba. De pensarlo nomás ya me enervaba, se me subía la sangre a la cabeza, así que ya no pude controlarlo y bajé la luna para emitirle una opinión sobre él, sobre su auto y qué cosa le iba a pasar si me tocaba el mío.
La verdad es que ya no me acuerdo bien que le dice, pero sí definitivamente le hice recordar a su mamá varias veces. Como el taxista no se la esperaba, dado que soy una "dama" y además tengo cara de chibola, casi se hace la pichi y solo atinó a decirme "que malcriada".
Supe en ese momento que no me iba a rayar el carro.
lunes, 22 de noviembre de 2010
Cagones, parte I
Ya sintiendo cerca un nuevo fin de año y con la creciente manía de hacer conteos -esa idea absurda de que cuando una etapa acaba tenemos que hacer un recuento de cosas que hemos hecho y no hemos hecho, como por ejemplo, ir al gimnasio o dejar de salir con hombres inmaduros- me he propuesto hacer una lista de pros y contras sobre algunos de mis amigos, que gracias a su desempeño mediocre, han entrado en mi lista personal de "sabes que causa, hasta aquí nomas".
Olga, por ejemplo, ha sido acreedora a una tacha negra con marcador indeleble. Tiene una forma de ser que no comprendo un carajo. Quedamos para salir un día, digamos, un jueves. Pasan los días y la llamo para organizarnos (si voy a ir a su casa, o ella va a venir a la mía, si nos encontramos allá, etc.) pero no me contesta el teléfono. La sigo llamando hasta sentirme una acosadora sólo para comprobar que después de 15 llamadas seguidas Olga ha decidido no salir conmigo, probablemente irse de parranda con su mari-novio y en vez de llamarme y enfrentar el asunto prefiere evadirlo. Las primeras veces que lo hizo (dos veces, después simplemente dejé de llamarla para salir mas o menos por un mes) me llamó al día siguiente para decirme alguna excusa cojuda tipo "dejé mi celular en el carro y recién acabo de ver las llamadas perdidas".
Después de pasado un tiempo y cuando me olvidé convenientemente que Olga era una basurita, volvimos ha hacer planes. Me hizo una todavía mas cagona: Estabamos todavía en la universidad. Un jueves me dice para salir un viernes, y cuando llega el viernes, saliendo de clase, se hace la loca en mi cara y me pregunta, porque me ve arreglada, que si voy ha hacer algo más tarde. "¿Qué, no teníamos planes?", le digo y ella me contesta: "Ah, bueno, si quieres vamos a tomar algo" con la cara de desilusión y cansancio mas hasta-el-culo que he visto en mi vida.
Ahí le di como medio año de distancia para volverme a embarcar, esta vez con otra amiga más, en otra de sus canceladas. Quedamos en ir a su casa, y justo cuando estoy por chapar un taxi, me agarra la duda de que Olga me vaya ha hacer lo mismo de nuevo. La llamo, pero no contesta. Decido al final no ir, llamar a mi otra amiga para preguntarle en donde andaba. Me dice que ella también está llamando a Olga, pero que no le contesta. Me quedo en casa al final y al día siguiente reviso mi correo y hay un mail de Olga, con fecha de ayer por la noche que decía que mejor no vayamos a su casa porque se "olvidó" que tenía que llevar a su vieja al aeropuerto. ¿Y la mataba llamar y decirnos la misma cosa por teléfono? ¿No tiene mensajes de texto en su maldito celular? ¿Que hubiera sido de mi si tomaba ese taxi y llegaba a la casa de Olga, que encima queda en el culo del mundo, y no encontraba a nadie?
Mi ex-causa Olga me avisó para salir el fin de semana, y esta vez se la hice yo: le dije que iba a ir, no la llamé y luego cuando me llamó no le contesté. Total, si ella lo hace, comprenderá que los demás también tenemos el derecho de hacérselo.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Soñando
Soñé que estaba corriendo por una calle ancha y larga, interminable, llena de baches. Corría hacia algo con desesperación. ¿Es que nunca has soñado que estás apurado por llegar a algún lado? ¿Que estás a punto de llegar muy tarde a algo? Yo siempre sueño con eso. En mis sueños siempre estoy corriendo, sorteando obstáculos, tratando que algún bus ficticio no me deje, que la puerta imaginaria no se cierre antes que yo pueda entrar, o que esa persona inexistente que me espera no se vaya, no me deje. Nunca tengo claro a qué corro, pero sí que tengo que llegar como sea. Tal vez es solo un sueño, y no tiene sentido ahondar en ello. Pero lo raro de todo fue que me sentía feliz, contenta, llena. Como si supiera que eso que me espera no me va a dejar, que va a estar ahí, y que la única razón por la que corro es porque la impaciencia no me deja detenerme, tengo que verlo, tengo que llegar porque los minutos que paso son muy largos, porque las piernas se me hacen eternamente lentas, y los pasos pesados y torpes, porque desearía poder pensarlo y estar ahí.
En mi sueño no te encuentro, pero sé que estás ahí. Quiero pensar que ese sueño va a tener un final algún día, y que mañana, pasado, la próxima semana voy a volverme a encontrar en esa calle ancha y larga llena de baches, y que voy a voltear una esquina, o voy a abrir una puerta, o voy a subir por una escalera y te voy a encontrar y me vas a preguntar porque tanta prisa, porque la larga carrera, si a fin de cuentas siempre estuviste ahí esperando.
Y yo te voy a decir que las coincidencias no existen. No vale la pena que me explaye ahora sobre ese posible futuro. Todo se da a su tiempo.
Cuando llegue, te lo explicaré todo.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Pijamas
Domingo, temprano, los pies sacan la cabeza por encima de la frazada, kilométrico manto que cubre todo un cuerpo, todo un universo que yace debajo, en la oscuridad. Es improbable que salga a la luz. Sin siquiera revisar o medir el tiempo -ni siquiera intenta hacerlo- ha decidido esconderse. Debajo del manto kilométrico aguardan aventuras mayores. Los párpados ayudaron a permanecer en estado alfa un rato más hasta que un rugido descomunal proveniente de la puerta de pronto la obliga a moverse. Es un sonido conocido, familiar, materno pero irritante. Comienza entonces a pararse. Primero los brazos, lentamente se abren paso a través de la materia, para luego darle pase a la piernas, monumentales y gordas, que patean enérgicamente la frazada hasta tirarla al suelo. Luego viene el aullido: la boca se abre como una compuerta que expulsa aire muerto, un aliento infecto propio de la mañana, acompañado de un sonido grotesco, como el de un animal exhalando sus últimos segundos de vida. Ya de pie, no queda otra cosa que ver la hora. Doce del día. El domingo siempre fue un día holgazán. Animal sucio, todavía envuelto en un halo de sudor nocturno, se percata que no tiene control de la hora en la que se levanta, pero sí de la suciedad que llevará consigo durante todo el día.
Hoy ha decidido quedarse en pijamas.
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